Al menos por hoy

Al menos por hoy, seré… MeCáNiCa y eScRiToRa !

Tuve la suerte de conocer a mi tátara abuela paterna, y a tres de mis bisabuelo, pocos son los recuerdos pero hermosos.

Mi tátara abuela se llamaba Viviana, vivió 102 años aunque, ella creía que tenía unos diez años más de vida, ya que recordaba el día que la registraron y como era físicamente, toda una señorita.                                                                                                                      

 “Vivi”, como le decíamos, siempre nos hablaba de la nieve, nos habrá narrado sus historias decenas de veces, una de ellas era sobre el día que dejó Chile, un día de gran nevada como cuando llegó a Argentina, donde todo era blanco, casi no habían casas ni cercos, todo era un solo campo con algún que otro rancho. Sus charlas sobre la nieve… eso es lo que recuerdo de ella.

Ahora, con respecto a mis bisabuelos, también puedo decir que tuve la suerte de conocerlos. Inés, vino desde España para casarse con Juan e instalarse en el sur argentino. Ya ancianos, ambos se movían torpemente, pero nada les impedía jugar a la taba con todos sus bisnietos ni siquiera que Inés, se olvidará de enseñarnos las recetas de su abuela, sobre cómo hacer quesos caseros y cómo se tenía que sentar una señorita en la mesa para tomar el té.

Pero, compartí mayor tiempo con mi bisabuelo José, de él recuerdo sus charlas, sus ojos de color celeste, sus historias, él siempre nos contaba de su mujer, su compañera Peregrina, ella era mi bisabuela, era mapuche y no la conocí personalmente pero, a través de la descripción que realizaba (mi bisabuelo) José la cree. Ella era morena, de mirada caída, siempre callada, hablaba cuando se lo pedían y conservó su largo pelo hasta que durmió, cuando tuvo la juventud su pelo era negro y lacio, y cuando partió era largo hasta la cintura y blanco como la nieve.

Nieve de nuevo… por algo mi segundo nombre es Piren que en lengua mapuche significa nieve.

Ahora que logré reunir algunas de las personas más importantes de mi vida me voy a convertir en mecánica para empezar a poner y ajustar tuercas y tornillos a esta máquina, eso sí, sin destornillador ni llave francesa, menos el compresor de aire y ni tocar la llave cruz, sólo utilizaré mis brazos para abrazar a quienes tenga junto a mí, también utilizaré mi mente para conservar las piezas que me despierten amor  y colores.

Quiero recordar y describir las raíces y piezas de colores que tengo, para construir mi tarea de literatura latinoamericana en la que debo contar mi origen, para ello debo convertirme en mecánica y escritora a la vez, lo cual me está costando, ya que quiero dar cuenta del gran mestizaje que hay en mi carrocería. Entonces, debo recordar para ayudarme a mí misma, para armar mi auto y comenzar un nuevo viaje en el que recordaré que soy una mujer no tradicional, que soy luchadora e independiente como tantas que habitaron mi continente americano.                                                                                                            

 Soy de las mujeres que no se acostumbra al dominio, de las que no se deja manejar como un títere por lo tanto no necesito un GPS para mi auto, entonces yo voy a tomar mi volante, voy a sacar los frenos y asegurar el paragolpes por las dudas que el sufrimiento se cruce en mi camino.

Durante mi viaje dejaré correr por mis venas historias que contar y alguna que otra dejaré descansar.

Soy consciente de que me esperan kilómetros por recorrer y en ellos, Yo seré la voz que narre cada una de mis historias, Yo soy y seré la voz de mi propia identidad.

Camila Mendaña

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