Murallas

Hoy el espejo me jugó una morisqueta.

No obstante, salí a la calle a cuesta de lo cotidiano.

Me perdí entre zapatos desteñidos,

murallas de cartón cemento,

hasta que hice pie en Paraguay y Florida.

Ahí, sentado, me fumé la vida,

hojeé la penúltima reunión cumbre del grupo de los ocho,

el accidente en ruta dos.

Costequi y Santillán en el portal de la memoria.

De pronto, el matutino salió de la intención,

y, como una tromba, ellas se sueltan del escote.

Girondo diría:

“Pasan unos senos ¿viscosos?”.

Exultantes -digo yo.

Buscan una sonrisa entre las mesas…

y  la encuentran.

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Es tarde.

Sombras lapidarias caen sobre la ciudad.

 En el quinto piso clandestino: el amor se nutre

de  faroles

de transeúntes

de niños dormidos en las veredas

del sonido del último tren que se aleja.

Marisa Godoy  

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